Segunda ola del feminismo






     La segunda ola del feminismo, conocida socialmente como el sufragismo, tuvo lugar entre mediados del siglo XIX hasta la década de los cincuenta del siglo XX, en la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
     El movimiento empezó en Estados Unidos, donde cuatro mujeres se unieron a la lucha por la independencia del país y a la causa sobre la liberación de los esclavos. Estos dos hechos dieron lugar a que la mujer empezara a ocuparse de cuestiones sociales y políticas. Ante ello, nació el sufragismo, el cual perseguía dos objetivos: el derecho al voto femenino y el derecho educativo, los cuales se mantenían relacionados, puesto que el movimiento defendía que con la posibilidad de formarse educativamente, sería más difícil denegarles el derecho al voto.
     El colectivo del movimiento se mantenía interclasista, puesto que era considerado que toda mujer sufría dichas desigualdades, de forma independiente a su clase social. En aquel entonces, la revolución pasiva que había empezado a tener lugar, cambió de estrategia para pasar a ser un movimiento activo, donde las mujeres empezaron a tener un papel más activista realizando acciones como interrumpir discursos o realizar huelgas de hambre.
     La fuerza del movimiento empezó cuando las cuatro mujeres que habían luchado por la independencia y los esclavos en EEUU viajaron a Inglaterra para asistir a un congreso antiesclavistas, en el cual se les denegó la entrada por ser mujeres. Tras varios años de lucha en Inglaterra, John Stuart Mill se posicionó como aliado del movimiento, indicando que la solución en la lucha de la mujer pasaba por eliminar las posiciones legislativas discriminatorias, puesto que una vez eliminadas dichas restricciones, las mujeres podrían salir de la subordinación y empezar a independizarse.
     Sin embargo, no fue hasta que acabó la Segunda Guerra Mundial que las mujeres de Inglaterra no obtuvieron su derecho a voto, ya que durante la guerra las mujeres empezaron a ocupar los empleos de los hombres que habían ido a la guerra y ante ello, la sociedad no podía oponerse a sus demandas.      Frente a ello, a los años 30, la gran mayoría de países desarrollados había reconsiderado y reconocido el derecho a voto de la mujer.
     La lucha del feminismo siguió con la demanda al libre acceso a estudios superiores, igualdad en todas las profesiones, así como en el salario y en los derechos civiles, el derecho a compartir la patria potestad de sus hijos y reclamaban la injusticia de que el marido hubiera de ser el administrador de los bienes conyugales.
     Aún y el esfuerzo, tras la guerra, los medios de comunicación y los gobiernos se centraron en el objetivo de alejar a la mujer de los trabajos realizados durante la guerra, devolviéndolas al hogar, una maniobra denominada la Mística de la feminidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grandes mujeres feministas del ecuador

Feminismo radical y la tercera ola

Conclusión